martes, 24 de diciembre de 2013

La princesa de los espejos - Capitulo 26

Capítulo 26


-Buenos días madre. Buenos días padre - Susurre mientras suavemente dejaba caer el ramo de lirios blancos, los favoritos de mi madre, sobre aquellas dos frías tumbas. Ya habían pasado varios años desde aquella trágica noche, y aun así el dolor de la perdida seguía instalado fuertemente en mi pecho.


Las tumbas de mis padres Brynna y Cedric Fritz se encontraban una pegada a la otra. Sonreí sin humor por la ironía de la vida, habían jurado amarse para la eternidad, declarando que ni la muerte los iba a separar. Y aquí yacían, muertos pero juntos hasta el final.

Aquella era una tarde fría, el silencio del cementerio me estaba volviendo loco. A pesar de que lo único que quería era irme de aquel maldito lugar, me obligue a estar parado enfrente de sus tumbas, permitiendo que aquellos pobres y escasos recuerdos que tenía sobre ellos se filtraran en mi mente.

Recuerdo la dulce voz de mi madre cuando me cantaba aquellas viejas nanas cada vez que me arropaba para dormir. Ella era hermosa, no tengo muchos recuerdos de su rostro, pero si recuerdo que siempre pensaba en lo hermosa que era, y en lo suave que era su cabello, solía enredar mi pequeña mano en su espesa cabellera negra azabache hasta que el sueño me consumía.

Recuerdo que mi padre solía mirarnos desde la puerta de mi habitación cuando mi madre me conducía hacia el mundo de los sueños. La mirada de mi padre siempre estaba llena de amor, de amor hacia su hermosa mujer y a su pequeño hijo.

Me molesta el no tener más recuerdos de ellos, era demasiado joven cuando murieron, por eso mismo me aferró con todas mis fuerzas a esos pequeños destellos de recuerdos que mi memoria suele regalarme de vez en cuando.

De aquella trágica noche no tengo ningún recuerdo, lo único que sé es lo que Cyrene me relató.

El crimen de mis padres había sido un ajuste de cuentas, y a pesar de que ya habían pasado casi 20 años, nadie sabía quién era el autor de dicho crimen. Todo apuntaba a que alguien había dado la orden de la muerte de mis padres. El muy desgraciado no se atrevió a dar la cara el mismo para cometer semejante atrocidad, sino que muy cómodamente como el cobarde que resulto ser contrató a alguien para que cometiera el crimen. No había dudas de que era alguien muy poderoso, alguien que había sabido exactamente como cubrir tanto sus huellas como la de sus cómplices. 

- Les prometo que algún día se hará justicia- susurre con un incómodo nudo en la garganta y una innegable sensación de ira hacia el consejo por no haber encontrado a los culpables. ¿Cómo es posible que después de casi veinte años, aún no hayan encontrado a los culpables?-. Si la justicia del consejo no hace nada, seré yo mismo el que me encargare de que los culpables de su muerte paguen por lo que les hicieron.

Miles de veces le había preguntado a Cyrene que había pasado realmente esa noche, lo único que me habían dicho tanto el consejo como la misma Cyrene era que mis padres habían sido asesinados, pero no habían querido dar más detalles del asunto. Siempre que le pedía a ella que me relatara los detalles de cómo habían muerto, se negaba. Solía decirme que los detalles no eran importantes, que lo importante del asunto era que el consejo se iba a hacer cargo de que los culpables pagaran por sus crímenes. Aun así yo realmente necesitaba saberlo. Necesitaba saber cada preciso detalle de lo que les había ocurrido para que de esa forma yo siempre pudiera recordar constantemente que debo hacer justicia en su honor.

Muy a pesar de sus negativas ella finalmente se rindió y me describió lo que había ocurrido. 

Cyrene y mi madre habían sido muy amigas. Esa noche habían arreglado para ir a cenar juntas acordando en que se encontrarían en el restaurante. Cyrene había llegado unos minutos tardes y se sorprendió al notar que mi madre aún no había llegado, si había algo que siempre había caracterizado a Brynna era su puntualidad. Cyrene la espero por un par de minutos más y al notar que los minutos pasaban y no llegaba, optó por llamarla. La llamo al móvil, como no respondía decidió llamarla a la casa pero siguió sin obtener respuesta alguna. Cyrene tomó sus cosas y se marchó para nuestra antigua casa, tenía que averiguar qué era lo que había ocasionado el retraso de Brynna.

Estacionó su auto en la entrada y se dirigió a la puerta delantera.

Las luces se encontraban encendidas, eso significaba que había alguien en casa. Cuando se estaba acercando a la puerta delantera pudo ver que está se encontraba abierta. Un feo presentimiento le recorrió el cuerpo, tomó su móvil y llamo al consejo para pedir refuerzos en caso de necesitarlos, muy en el fondo Cyrene sabía que nada bueno había ocurrido aquella noche en la casa de los Fritz. 

Cyrene ignoró las órdenes que le habían dado las autoridades de los demonios de que no entrara en la vivienda hasta que llegara la ayuda. Lo primero que noto al entrar fue el hedor de la muerte y siguiendo aquel rastro se encaminó hacía el despacho de Cedric.

Mi padre se encontraba decapitado en el piso junto a su escritorio, mostraba signos de haber luchado antes de morir. No se quedó mucho tiempo junto a su cuerpo ya que no había nada más que pudiera hacer por él.

Subió rápidamente las escaleras y cuando llego a mi antigua habitación se detuvo en seco. 

Brynna se encontraba a un lado de la que antiguamente era mi cama, ella estaba gravemente herida aunque milagrosamente aún respiraba.

Sin perder un segundo Cyrene se acercó a mi madre y trato de salvarla. Brynna ya había perdido demasiada sangre como consecuencia de la gran herida que tenía en todo su pecho. Le habían desgarrado el cuerpo, desde el estómago hasta la garganta, dejando a la vista más de un órgano. Mientras Cyrene trataba de salvarla, se encontró con que había recibido una profunda puñalada en su corazón, y eso para cualquier demonio tristemente era mortal. Ya no había nada que pudiera hacer por salvarla, era cuestión de minutos o tal vez segundos para que Brynna finalmente falleciera.

Cyrene trato de meterse en la mente de mi madre para poder ver quien había sido el culpable, pero se encontró con un poderoso bloqueo mental. Antes de dar su último suspiro las últimas palabras de mi madre fueron proyectadas a la mente de Cyrene: Salva a mi niño.

Cyrene y los demonios que habían mandado el consejo me encontraron horas más tarde escondido en un pequeño compartimiento que estaba oculto en uno de los cuartos de invitados. Esté estaba protegido por un fuerte hechizo de protección y ocultamiento que hacía que una vez activado fuera prácticamente invisible para los ojos, al menos por un par de horas.

Mi móvil comenzó a sonar trayéndome de nuevo al presente, alejándome de los recuerdos del pasado. No tenía necesidad de mirar la pantalla para saber quién era la persona que insistentemente me había estado llamando toda la mañana para tratar de localizarme. Por un momento pensé en rechazar la llamada y apagar el móvil dándole un claro mensaje de que no me encontraba de ánimos como para hablar ni con ella ni con nadie, pero extrañamente me encontré contestado.

- ¿Qué quieres, Jez?

- Ya era hora de que te dignaras a contestar ¿No te has percatado de que te he estado llamando durante todo el día?

Me he percatado de eso, Jez. Al principio ignorar el molesto sonido de mi móvil me pareció la mejor opción, pero cuando comencé a recibir la llamada número 6, luego la 7 y así sucesivamente hasta la 13 estuve demasiado tentando en tirar el móvil. Pero luego recordé que adoro mi nuevo móvil y no es justo que cada vez que tú me molestas llamándome sin control tenga que deshacerme de mi teléfono y conseguirme uno nuevo, además de que siempre logras conseguir mi número. Por lo tanto ¿Qué es lo que necesitas Jez? Y por favor no me vengas con que te diga en donde me encuentro porque ya sabes perfectamente que no te lo diré.

 - Aydam...sabes que no tienes por qué pasar solo por esto. Dime donde estas e iré enseguida.

- Y ese es justamente el motivo por el cual no respondía las llamadas- conteste con cansancio en mi voz- No quiero tu compañía, ni la de nadie, Jez. Sabes que este día me gusta pasarlo solo.

En un momento de debilidad le conté a Jez mi historia. Le explique el significado que tenía este día para mí, y desde entonces cada vez que desaparecía para esta fecha ella se había tomado como proyecto personal el que yo no pasara por esto solo. Esa es la razón por la cual desde hace un par de años comencé a venir a visitar la tumba de mis padres, ya que era el único lugar en donde podría afrontar todo esto tranquilo, sin Jez dando vueltas a mi alrededor pretendiendo que yo hablara de mis sentimientos.

- No tienes por qué hacerlo Aydam. No entiendo porque sigues cerrándote.

- No sigas por ese camino Jez – le advertí.

- Sé lo difícil que es para ti este día, lo sé malditamente bien porque después soy yo la que tiene que andar curándote las heridas…

- No sigas.

-. ¿Ya te has metido en una maldita pelea? ¿O es que acaso planeas hacerlo más tarde? Porque ambos sabemos que eso pasara, como todos los años.

Jez- gruñí su nombre en forma de advertencia para que se detuviera de hablar.

- Aydam ya es hora de que dejes de culparte.

- Detente - gruñí.

-No es justo que sigas torturándote con lo mismo una y otra vez. No es tu culpa el haber sobrevivido y ellos no.

- Maldición, te dije que no sigas Jezabel- volví a gruñirle a través del móvil.- Yo sobreviví y ellos no ¡¿Por qué?! ¡Dime por qué! ¿Es que mi vida es más importante que la de ellos?

- Aydam...no es justo que sigas culpándote, no fue tu culpa. El destino lo quiso así, el destino quería que tu sobrevivieras y tus padres no.

- A la mierda con el destino. Ellos murieron. Yo sobreviví. Fin de la historia.

- Aydam no podemos seguir hablando de esto por teléfono, dime donde estas e iré para que lo hablemos mejor.

- Ya te lo dije Jez, no insistas que no te diré en donde estoy.

Se la escuchaba resoplar desde el otro lado de la línea, luego escuche su suspiro que era una clara muestra de rendición.

- Esta bien… solo prométeme que no te vas a meter en una pelea. La última vez terminaste muy mal, y eso que estabas en buena forma cuando peleaste, todavía sigues herido por lo del otro día...

- Lo que yo haga o deje de hacer es problema mío. No pienso prometerte nada. No te metas en esto, es mi vida.

- ¡¿Qué no me meta, me dices?! Pues claro que me voy a meter pedazo de idiota, lo hago porque me preocupo por ti. Y porque estoy cansada de ver como logras destruirte cada año en esta misma maldita fecha. –Respondió furiosa y luego en un tono más calmado agrego- No tienes la culpa de haber sobrevivido y que tus padres no.

- No quiero que te preocupes por mí, nunca te he pedido que lo hagas. Me has curado las heridas ¡PORQUE TU MISMA HAS QUERIDO! Yo jamás te he pedido que me curaras, ni mucho menos que me volvieras loco con tus insistentes llamadas o que me insistieras constantemente para que afronte “mis sentimientos”. ¡Por Dios! Jez, dame un respiro.

Sabía que con mis palabras la estaba lastimado pero no podía evitar decirlas. Jez había presionado ciertos botones en mí que habían logrado desestabilizarme un poco.

Desde hace varios años había encontrado la solución para poder llevar de forma más llevadera el sentimiento de culpa por la muerte de mis padres. Cada año iba a diferentes bares de mala muerte para buscar un poco de acción. Lo necesitaba. Necesitaba la sensación de adrenalina que me produce una pelea, necesitaba sentir los golpes sobre mí, me hacían sentir vivo.

Era un pequeño castigo que me infligía año tras año, eso no era nada en comparación con lo que tuvieron que enfrentar mis padres la noche que murieron. Era la cuota que sentía que debía de pagar por haber sobrevivido.

Ambos nos quedamos en silencio, solo se escuchaba nuestras respiraciones agitadas por la pequeña discusión a través de la línea telefónica.

Justo cuando estaba a punto de decir algo, no sabía que iba a decir pero sentía que debía de decir aunque sea cualquier cosa, sentí un pequeño cosquilleo en mi cuello indicándome que alguien me estaba observando.

Sin querer advertir a mi vigilante de que ya lo había sentido trate de agudizar todos mis sentidos para poder encontrarlo sin que se escabullera.

Aquella sensación de estar siendo vigilado me estaba molestando demasiado, quería atrapar a quien sea que estuviera en aquel lugar y hacerle un par de preguntas, y en caso de que se resistiera a cooperar en el interrogatorio entonces no tendría ningún problema en utilizar mis puños como un medio para obtenerlas.

Pobre de aquel estúpido, no había mejor momento que aquel para empezar una pelea.

Con mis sentidos más agudizados pude sentirlo a unos 200 metros de distancia, si mis sentidos no me fallaban el intruso estaba escondido detrás de aquellas viejas estatuas en forma de ángeles.

Sin pensarlo más tiempo me teletransporté justo en frente de esas esculturas pero para cuando llegue el intruso ya se había ido. Solté una maldición.

Quien quiera que fuera el que me estaba observando sin dudas era rápido. Trate de identificar si era un demonio pero no pude sentir nada.

- Maldición – susurre. Tendría que poder sentir que clase de criatura era…pero lo único que podía sentir era un completo vacío. No sentía ninguna esencia, eso solo podía significar que quien sea que fuera mi vigilante, era una criatura muy poderosa capas de poder encubrir su esencia haciéndola indetectable.

Sin necesidad de poner el móvil en mi oído, podía escuchar los gritos de Jezabel a través de la línea.

- ¡¿Aydam?! ¡¿Qué demonios fue lo que paso?! ¡Aydam! ¡Maldición! ¡Contéstame!

- ¡Por Dios, cálmate mujer! No pasó nada.

- ¡Y un infierno que no pasó nada! Puedo sentir tu inquietud además de que te escuche maldecir y no me respondías.

- No es nada, no insistas. Ahora tengo cosas que hacer y no puedo hablar. Nos vemos luego.

Y corte la llamada sin darle tiempo a responder. Esta vez fui más inteligente, directamente apague el móvil y lo guarde en el bolsillo delantero de mis jeans.

Tome un largo respiro y me teletransporté a donde más necesitaba ir en ese momento. Al bar más cercano. Ya era hora de conseguir una buena pelea, después tendría tiempo suficiente para ocuparme del extraño vigilante y de los demás temas de los cuales tenía que ocuparme como por ejemplo de aquellos que querían dañar a mi preciosa Xia.

jueves, 30 de mayo de 2013

La princesa de los espejos - Capitulo 25


Capítulo 25


-Bastian –susurré casi para mis adentros-. Es un lindo nombre. Y dime, Bastian… ¿Cómo es posible que estés en el territorio de los vampiros, si no eres un vampiro? Tengo entendido que cada territorio a excepción del centro de Whiteland solo puede ser habitado por las razas a las cuales pertenecen ¿O es que yo camine tanto que termine metiéndome en un territorio desconocido?- pregunté mientras un escalofrío me recorría el cuerpo.

¿Será posible que yo haya estado tan ensimismada en mis pensamientos que no me haya dado cuenta de lo mucho que había caminado y había terminado en un territorio hostil? Espero que no…

- Quédate tranquila que aun sigues estando en Airblack. Y con respecto a tu primera pregunta sobre cómo es posible que este en territorio de vampiros sin ser uno, lo único que te puedo decir es que tengo muchos trucos bajo la manga. Digamos que yo puedo entrar y salir de donde quiera- comento mientras me guiñaba un ojo.

- ¿Nunca te dijeron que eres demasiado enigmático?- pregunte sonriendo.

- Enigmático, misterioso, complicado, reservado, extraño… y esos son solo los que puedo nombrarte, hay otros que no están hechos para que los oídos de una damita como tú los escuche. Digamos que nací para ser todo un acertijo.

- ¿Entonces se podría decir que tu trabajo consiste en ser todo un misterio? ¿O ser un misterio es solo un pasatiempo y tu trabajo consiste en salvar vidas?

- Uno de los requisitos para mi trabajo es ser un misterio. Aunque mi trabajo no consiste en salvar vidas, al menos no directamente como en tu caso.

- ¿Entonces por qué me salvaste?- me anime a preguntarle después de tantos años.

- ¿Hubieras preferido que te dejara morir?- pregunto con curiosidad.

- No. No, por supuesto que no, es que siempre tuve esa duda. Me has salvado la vida tres veces… y jamás entendí el por qué, o cómo has hecho para aparecerte en los momentos en los que necesitaba ser salvada. Hace unos días intentaron secuestrarme, por un momento espere verte como las otras veces pero jamás apareciste ¿Por qué esta vez fue diferente de las anteriores? Siempre te considere como mi ángel guardián…

- Ay mi bella flor haces demasiadas preguntas, tienes demasiadas dudas ¿Qué voy a hacer contigo?- su voz sonaba cansada-. Ven, salte del agua pequeña sirenita, siéntate conmigo en la orilla y hablemos. Tenemos mucho de qué hablar.

Me fui acercando poco a poco a la orilla en donde Bastian ya se había sentado y me uní a su lado.

- Será mejor que comencemos por el principio…- comenzó diciendo y eso trajo un par de recuerdos a mi cabeza.

     Tenía 6 años y mi madre me había llevado a una plaza. Estaba jugando en el arenero con un par de chicos cuando vi algo que capto mi atención por completo; un gato. Mi madre estaba conversando junto a las otras madres y no se dio cuenta que yo había dejado de jugar para ir tras el gato. Su pelaje era tan suave. Él dulcemente me lamia la mano mientras yo jugaba con sus lindas orejas. Un perro salió repentinamente de unos arbustos y asusto tanto al gato que esté salió huyendo hasta la vereda de enfrente. Lo único que quería era volver a acariciar a ese pequeño y hermoso gato así que camine hacia él. Estaba cruzando la calle cuando escuche el ruido de los frenos de un auto, y sentí unos brazos que me levantaban y me llevaban al lado contrario de donde estaba el gato. Levante mi cabeza y vi a la persona que me estaba cargando, era un enorme hombre con ojos almendrados, pelo castaño y corto, y un extraño metal en la oreja como los que suele usar mi mamá en ambas orejas.

- Pequeña no debes cruzar la calle sin mirar hacia ambos lados, además eres muy chica para hacerlo sola. ¿Tus padres no te enseñaron que nunca debes cruzar la calle sola y sin mirar?

-Sí, también me enseñaron que no debo hablar con extraños- respondí enojada con el hombre que me había arrebatado mi momento con el lindo gatito.

El me sonrío.

- Eres demasiado inteligente para una pequeña de tu edad, aunque también eres bastante desobediente por lo que veo. Éste extraño acaba de salvarte de que aquel auto te llevara por delante.

- Oh- respondí sorprendida y arrepentida.- Estaba tan emocionada con volver a acariciar a ese gatito que no me di cuenta que venía un auto. Lo siento…- susurre mientras comenzaba a llorar.

- No llores pequeña…-susurro el extraño mientras me secaba las lágrimas con la mano.- ¿Qué es esto que tienes en tu oreja?

-¿Qué tengo?- pregunte entre lágrimas.

- Esto- dijo mientras sacaba una hermosa flor violeta de mi oreja.

-Wow…- dije sorprendida. Ya me había olvidado del gato, del auto, y de todo el inconveniente.

- Es una bella flor, como tu.- comento el extraño.

-¿Me la puedo quedar?- pregunte con esperanza. Quería quedarme con esa flor.

- Por supuesto. Salió de tu oreja así que es tuya- comento con una sonrisa.

-Gracias- le dije mientras sonreía de felicidad. Era la flor más hermosa que había visto en mi vida- Se la voy a mostrar a mi mamá.

- Ve pequeña, y recuerda hacerle siempre caso a tus padres y nunca volver a cruzar la calle sola a no ser que antes hayas mirado hacia ambos lados, y nunca volver a hablar con extraños…

- Pero si nunca más hablo con extraños entonces no podré volver a hablar contigo- dije con tristeza por saber que no iba a volver a ver a mi nuevo amigo.

- Ya no somos extraños, somos amigos- dijo mientras me guiñaba un ojo- nos vemos pronto bella flor. Ve con tu madre que te está buscando.

Me di la vuelta para ver donde estaba mi madre, la vi buscándome desesperada por los juegos, cuando me gire para saludar a mi nuevo amigo y preguntarle por su nombre, este ya se había ido.

- ¡XIA! ¡XIA NO VUELVAS A ALEJARTE NUNCA MAS DE MI!- Grito mi madre mientras se abalanzaba para abrazarme.- me has dado un susto de muerte. No vuelvas a hacerme esto…

- Lo siento mamá…- susurré arrepentida.

- ¿Y esa flor? ¿De dónde la sacaste?- pregunto mi madre cuando ya estaba un poco más tranquila.

- Me la regalo mi nuevo amigo- dije sonriendo. Mi madre frunció el ceño y me regaño por estar hablando con extraños. Yo le explique que mi amigo no era un extraño y que me había salvado la vida. Ella se puso más furiosa por haberla desobedecido de tantas formas y me dijo que estaba castigada por un mes, luego me abrazo y me beso sin parar repitiendo una y otra vez “No sé qué haría si algo llegara a pasarte”

-…prométeme que nunca más vas a volver a hacer esto.

- Lo prometo mami…

    Tenía 11 años y estaba en la entrada de mi antiguo colegio esperando a que mi madre pasara a recogerme. Ya habían pasado más de 45 minutos y mi madre todavía no aparecía. El colegio había quedado desierto, los alumnos ya se había ido para sus casas al igual que los profesores y los directivos del colegio.

Me encontraba sentada en uno de los bancos en los jardines que rodeaban el colegio. Vi un auto que se acercaba y por un momento creí que era el de mi madre pero mientras más se acercaba fui descubriendo que no era el de ella. El auto se detuvo muy cerca de donde yo estaba, no sé por qué pero eso me había puesto nerviosa, sentí una alarma en mi cabeza que me repetía una y otra vez que estaba en peligro.

Mire hacia el auto justo cuando una de las puertas se abría. No pude verles bien las caras pero aun así por lo poco que había visto pude notar que eran dos hombres los que estaban en el vehículo. Uno de los hombres se bajó y comenzó a acercarse a donde yo estaba. Sin pensarlo dos veces comencé a correr en la dirección contraria de donde estaba el auto estacionado, y el extraño que había bajado del vehículo comenzó a perseguirme mientras sentía que el otro ponía el auto nuevamente en marcha. Empecé a gritar por ayuda, aunque sabía que nadie iba a poder ayudarme, a esa hora ya todos se habían marchado y no había nadie por la calle.

Por suerte a pesar de mi edad era bastante rápida y eso hizo que al extraño le costara más atraparme.

Estaba tan asustada que no me fije en la esquina cuando doble y termine chocando contra una persona. Mi primer reacción fue la de pedirle al extraño ayuda.

- Tranquila bella flor, estoy aquí para protegerte.

Esa voz la reconocí al instante y cuando levante mi vista a su rostro supe quién era; era el mismo hombre que me había salvado aquella vez en el parque.

De mi boca no salían palabras, simplemente me aferre del brazo de mi antiguo salvador mientras inconscientemente trataba de esconderme de los otros dos hombres detrás de él.

 Mi salador muy suavemente me mantuvo detrás suyo mientras le hacía frente a uno de los hombres que sin duda estaba allí para secuestrarme.  

- Yo te aconsejaría que comenzaras a correr, la caza es mucho más divertida cuando la rata corre.

No pude escuchar claramente la contestación del extraño porque sonó como si se estuviera tropezando con las palabras, pero sentí perfectamente el grito de terror que hizo cuando miro a mi salvador.

- No… yo… no, por fav…favor. Él… pago… yo…-

- No me interesan escuchar tus patéticas excusas, comienza a correr. Tic Tac, el tiempo se te esta acaban…- no llego ni a terminar la frase y el otro hombre ya había desaparecido como por arte de magia, junto con el que estaba conduciendo el auto. – Ya me ocupare de ellos después…

Yo seguía temblando y aferrándome fuertemente al brazo de mi salvador.

- Tranquila pequeña, ya todo paso – susurro mientras me atraía a sus brazos y me daba un cálido y reconfortante abrazo. Pasaron unos minutos cuando encontré mi voz nuevamente;

- ¿Quiénes eran esos hombres? ¿Qué es lo que querían de mí?

Mi ángel salvador suspiro antes de contestarme.

- Esos mi querida niña eran hombres malos, ¿Qué es lo que querían contigo? Sinceramente no lo sé, pero te puedo asegurar que yo no voy a permitir que nadie te haga daño.

- ¿Querían… hacerme daño?- pregunte con un nudo en la garganta.

- Me temo que sí, pero no te asustes… yo jamás voy a permitir que te hagan daño.

- ¿Volverán?

- No. Yo me asegurare de que esos hombres no puedan dañar a nadie nunca más. Ahora quiero que me escuches atentamente Xia; en unos 5 minutos tu madre va a llegar para recogerte, tú tienes que prometerme que no le dirás nada de lo que ha pasado aquí, ya que eso la asustara demasiado y como ya te lo prometí no tiene motivos para asustarse porque no voy a dejar que nadie se acerque para dañarte. ¿Puedes prometerme que guardaras el secreto?

No sé si fue por la adrenalina del momento o por el miedo que había sentido hace unos instantes pero en ese momento me encontré prometiéndole a aquel extraño salvador que no diría ni una sola palabra, y de hecho acabe cumpliendo mi promesa.

     Tenía 13 años, estaba en mi habitación arreglándome el cabello cuando sentí una presencia detrás de mí. Me di la vuelta lentamente sin saber con qué me iba a encontrar, y lo que vi o mejor dicho a quién vi, me dejo sin palabras.

- Hola mi bella flor, volvemos a encontrarnos- comento con una dulce sonrisa – Lamento haberme aparecido así sin avisar pero lo que tengo que decirte es importante. Hoy no puedes ir al colegio.

- ¿Qué?- susurre sin entender nada, todavía no lograba reponerme de la impresión.

- Hoy no puedes ir al colegio- repitió.

- ¿Por qué? – me limite a preguntar.

- Porque si vas a colegio no voy a poder estar cerca de ti para protegerte, estarías sin protección además de que estarías en grave peligro. Por eso mismo necesito que solo por hoy finjas estar enferma para que tu madre te deje quedarte en casa. Si, si lo sé- me interrumpió antes de que pudiera hablar, solo con ver mi cara ya sabía lo que estaba por decir- sé que mentir está mal y que no debería pedirte que le mientas a tu madre pero cariño yo no estoy aquí para enseñarte valores o las cosas correctas de la vida, yo estoy aquí para cuidarte.

- Está bien…- susurre sorprendiéndome más a mí misma que lo que lo sorprendí a él por mi fácil cooperación. De alguna extraña manera sabía que este hombre no me haría daño, de hecho me había salvado en dos oportunidades anteriores, y aunque no sabía ni su nombre ni nada sobre él, si podía asegurar una sola cosa; él era mi ángel guardián, mi protector. Así que no tenía sentido en discutir o hacer más preguntas sobre el tema, simplemente me limite a aceptar y hacer lo que él me pidiera. 

Mi ángel me regalo una cálida sonrisa justo antes de desvanecerse en el aire.

    - Aquella vez… ¿Qué hubiera pasado si hubiera ido al colegio? – pregunte una vez que los recuerdos se esfumaron y caí a la realidad.

- Si aquel día no me hubieras escuchado y hubieras ido al colegio las probabilidades hubieran sido dos: la primera es que habrías terminado en las manos del enemigo, ya que tenían todo un plan para atraparte esa misma tarde mientras los humanos estaban ocupados en el acto que se celebraba en la institución, y la segunda es que al haber tantos humanos hubiera sido inevitable usar algún que otro poder y habríamos quedados todos los seres sobrenaturales expuesto ante los humanos, porque yo no iba a dejar que nadie te hiciera daño si podría evitarlo.

- Todo es tan extraño, mi vida es tan extraña…- susurre- y yo que pensaba que mi vida había cambiado al enterarme de lo que era, ahora me doy cuenta que mi vida nunca fue normal. Yo nunca fui normal. ¿Por qué estoy rodeada de tanta maldad, de tanta gente que quiere hacerme daño? ¿Qué es lo que quieren de mí?

Guardamos silencio por unos minutos antes de que Bastian rompiera el silencio.

- Sé que todo esto no tiene mucho sentido para ti en este momento pero te prometo que con el tiempo lograras entender todo con más claridad. Hay cosas que por tu propio bien no puedo revelarte todavía, hay preguntas que no podré responder… pero eso no significa que nunca te las responderé, solo significa que tendrás que ser paciente para obtener ciertas respuestas.

- Odio que todo sea tan enigmático. Mi vida está llena de misterios.

- Para eso estoy yo, para darle un poco de claridad a algunos de esos misterios. Una de tus dudas es por qué no estuve el otro día para salvarte en aquel club, la verdad es que si estuve aquella noche,  no de forma física pero me encargue de cierta forma para que la persona indicada estuviera en el momento exacto en el que ibas a necesitar protección.

- ¿Tu enviaste a Aydam? ¿Eres tú el que lo nombro como mi protector?

- Sí y no. La vida para mí es como un tablero de ajedrez. Tengo que colocar ciertas piezas en lugares estratégicos para así poder ganar la partida. Digamos que de cierto modo influí para que Aydam estuviera en el momento exacto en el que lo ibas a necesitar, pero no fui el que di la orden de que fuera él, tal vez lo sugerí…pero no lo ordene. Yo solo doy consejos a las personas, les aconsejo que hacer, y cuando hacerlo… después esta en ellos si quieren seguir mi consejo o no. Yo se demasiadas cosas, varios dependen de mí y digamos que un poco de información extra para algunos pueda causarle daños a otros, por eso tengo que ser cuidadoso con todo lo que digo o hago, por eso no puedo revelar más información que la justa. No puedo modificar la libre elección de las personas, ni tampoco puedo influir demasiado en su destino, pero eso no significa que no puedo ayudarlos o darles un poco de luz en su oscuridad de vez en cuando.

- Eres tan complicado…

- Lo sé- dijo con una triste sonrisa-. Ojala pudiera aclararte un poco más tus dudas, pero como ya te dije tienes que tener paciencia, todo se ira revelando con el tiempo.

- Al menos agradezco tu sinceridad- dije con un modesto intento de sonrisa-. ¿Y qué es lo que ha cambiado para que ahora aparezcas frente a mí?

- Muchas cosas han cambiado. Para empezar tú ya has descubierto cosas sobre tu vida, tu familia, tu padre. Has descubierto un nuevo mundo, lleno de criaturas que jamás hubieras imaginado que existían. Ahora eres parte de esta nueva realidad y poco a poco te iras integrando en ella. Sé que debe de ser tedioso que todo el tiempo te estén recordando sobre este nuevo mundo, pero hasta que no logres aceptarlo por completo la gente te lo seguirá recordando…

- Lo sé, pero es difícil aceptar todo esto- mientras hablaba Bastian negaba con la cabeza-. Mi vida cambio para siempre…

- Ay, mi vida, si esto te está resultando difícil entonces no quiero ni imaginar de cómo vas a reaccionar con todos los secretos que te quedan por revelar, todas las cosas nuevas que te quedan por aprender- Antes de que pudiera preguntar a qué se refería con su comentario, él continuo hablando-. Mi querida Xia, te estas ahogando en un vaso de agua. Enterarse que tu padre provenía de una raza de vampiros ¿Habrá sido una sorpresa? SI, lo habrá sido. Enterarse de que hay un nuevo mundo ahí afuera, con criaturas sobrenaturales ¿Habrá sido un shock? Probablemente. Descubrir que posiblemente tu vida esté en peligro ¿habrá sido feo? Si, habrá sido una mierda. Dejar tu vida, tu casa, tus amigos atrás para mudarte a este nuevo mundo del que eres parte ¿Habrá sido dificultoso? Si. Pero creo que ya es hora de que comiences a actuar como una joven adulta, de que comiences a hacerte cargo de esta nueva vida, ya es hora de que dejes de sentir lastima o de lamentarte por lo que crees que perdiste y lo que sabes que jamás volverás a tener como por ejemplo ser humana y tener una vida como la de los seres humanos, porque afrontémoslo mi bella flor, eso no va a suceder. Eres una jovencita con un futuro prometedor por delante, una vida por delante, ya es hora de que dejes las quejas a un lado y comiences a aceptarte. Es hora de que comiences a abrazar tu nueva vida. Si, eres mitad vampiro ¿Y cuál es el drama en eso? Ninguno, es solo cuestión de que comiences a abrir más tu cabeza, de que seas más abierta para aceptar lo que es diferente. Con el tiempo vas a ir notando que todo lo que crees sacado de la realidad es mucho más real que la realidad que creías conocer. Hoy me presente frente a ti para darte una pequeña reprimenda. No quiero volver a escucharte decir que tu vida es difícil, que todo esto es difícil, que te cuesta aceptarlo, etcétera. De ahora en adelante quiero escucharte hablar de tu futuro o de tu presente, de lo que es o lo que será… no de lo que nunca va a ser. Eres una media sangre, con poderes únicos, tienes una madre que te ama con toda su alma, un hermano que te adora, un demonio que daría su vida para protegerte, tienes muchas personas que te aman y que harían cualquier cosa por ti, así que basta de quejas. ¿Quedo claro mi bella flor?

- Si.- fue la única palabra que pude pronunciar después de todo lo que me había dicho, y en parte era porque él tenía toda la razón. Lo único que hice desde que me entere de todo esto fue quejarme, sentirme mal, y lamentarme por la vida que creí perder, y ya era hora de que comenzara a aceptar esta nueva vida. A pesar de tener gente que quería hacerme daño también estaba rodeada de gente que me quería, era hora de que empezara a ver lo positivo dentro de todo esto.

- Ahora mi bella flor es momento de que me vaya, más pronto de lo que crees volveremos a vernos.

Y con esa última frase desapareció, dejándome sola nuevamente con mis pensamientos.

No se por cuánto tiempo me quede sentada en el borde de aquel mágico lago, podrían haber sido horas, minutos tal vez, no lo sé. Ese lugar me hacía sentir tranquila, normal. Me ayudaba a olvidarme de todo, así que si no hubiera sido por aquel extraño ruido me habría quedado allí por más tiempo.

Uno de los arbustos que estaba a mi derecha se movía, algo o alguien estaba escondido allí.

Con una calma que no creí poseer me acerque al arbusto. Había un pequeño animal atrapado entre las hojas. A simple vista parecía ser alguna clase de gato que nunca antes había visto.

- Calma, pequeño- susurre mientras ágilmente lo ayudaba a salir de entre las hojas y lo tomaba en mis brazos. El pequeño animal me miraba fijamente mientras se dejaba alzar sin problemas- Eres adorable.

Aun en mis brazos comencé a rascarle tiernamente las orejas.

- ¿Te gusta esto, pequeñín?-  el gato comenzó a ronronear como si estuviera confirmándome que aquello le gustaba- ¿Qué hacías entre los arbustos? ¿Estás perdido amiguito?

No sé por qué le hablaba al gato como si esperara que mágicamente me contestara.

- Creo que me estoy volviendo loca, estoy hablando con un gato como si pudieras entender algo de lo que digo…

Me senté y puse a mi nuevo amigo en mi regazo, mientras seguía acariciándolo.

Nunca había tenido mascotas, siempre que le pedía una a mi madre me decía que no era demasiado responsable como para cuidar de un animal. Hay personas que adoran los animales, mi madre no es una de ellas. Siempre supe que lo de la responsabilidad era una vaga excusa para no tener mascotas.

¿Está permitido tener mascotas en la Academia? Simplemente podría esconderlo en mi cuarto…mi cuarto es tan grande y este amiguito es chiquito, pasaría desapercibido…

Tendría que conseguir comida para gatos… ¿Qué comen los gatos? ¿Habrá una tienda donde vendan comida para mascotas en Whiteland?

- ¿EN QUE DEMONIOS ESTOY PENSANDO?... NO PUEDO QUEDARME CONTIGO- dije mientras el pequeño animal me miraba con sus grandes ojos grises.

-Aunque eres tan adorable…por favor deja de mirarme así…no me mires de esa forma…

El gato me seguía mirando de esa forma que decía “Quédate conmigo, por favor”.

Maldije en voz alta, el pequeño había ganado la batalla…

- Esta bien, te vas a quedar conmigo… solo necesitas de un nombre.

Sabía que este gato iba a traerme muchos problemas. Ya tenía tantos problemas en mi vida que el tener una mascota iba a ser el menor de todos ellos.